No he hecho nada de la guía y dudo hacerla

Autor: Lasilla

     Miradme, miradme y teman del monstro que han creado vuestras palabras. Que sin temor alguno ponían más y más responsabilidad sobre, pues, a sus inútiles ojos, que no sabrían distinguir a un genio con el pescador, pensaron que yo era capaz de soportar tanto peso sobre mis espaldas, la cual se negaba a caer, pero tampoco se me hizo capaz de dar un segundo paso con todo el peso sobre mí.

    Mis piernas se tornaron raíces que arraigaron hasta el suelo y mi espalda en el tronco del árbol que sostiene las ramas y la pesada fruta de este, incapaz de avanzar o retroceder, estático, en un sufrimiento hasta que me marchite o sea cortado. Esa es nuestra lógica ante todo “Si funciona, déjalo como esta, y si no, córtalo mas no lo cambies” Pero me he hartado de sostener este peso. Quieren que sostenga algo que no llegara a ningún lado y me vendieron la idea que sería útil a futuro, y como el joven tonto que era, caí redondo.

    Me he dedicado a pensar que pasara si suelto el peso que hay sobre mi ¿Acaso ya afilasteis las hachas con la que me cortareis o fingirán que no pasa nada más me acecharan por la noche para incendiarme? ¿Acaso no me atacaran directamente, pero me dejaran de regar para que me seque? Ya saben que me he adherido a esta tierra, me acostumbraron de esta forma, donde en gran parte necesito ayuda para casi todo, pero me dejaran al alza sabiendo que no podre moverme ni sostenerme en el viento que seca mis lágrimas.

    Me cuestiono si ese regalo que planeaban dar solo era una forma para mantenerme sumiso, pues al abandonar mi labor, me lo negarían sin dudar. Tantas opciones de lo que puede ocurrir, pero me he negado a hablárselas, al punto que he preferido coserme la boca con una leve sonrisa para despistarlos de mis mas oscuros pensamiento. Posiblemente no pase nada si bajo este peso, pero temo de las consecuencias jamás anunciadas, por eso seguiré sosteniéndolo, hasta que mis ramas no soporten, se rompan en hueso y plasma desbordante que manche el suelo y sucumba al aplastamiento de la prisión que en la que me deje encerrar.